Panamá no es tierra para los ancianos

Fuente: La Estrella de Panamá

La etapa que, para algunos, debería estar conformada por años dorados; en realidad, es un martirio para los adultos mayores panameños en la jubilación. Ese es el sueño de muchas personas en edad laboral. Llegar a los 57 o a los 62 años, dependiendo si eres mujer u hombre, para dejar de trabajar y dedicarse a sus propios asuntos. ¿Pero cuáles? ¿Qué opciones le ofrece la vida a quienes llegan a la tercera edad, por lo menos en Panamá?

Para el dirigente de los jubilados, Eladio Fernández, no hay oportunidades para quienes entran a la etapa final de la vida. Fernández comenta: ‘A los jubilados se nos trata como desechos humanos. Se nos ha quitado la dignidad. Nuestros derechos han sido obviados por la mayoría de los gobiernos. Nos tratan como animales, somos reprimidos, se nos niegan nuestros derechos’.

Según este vocero de los adultos mayores, es imposible para un jubilado pensar en cultivarse o dedicarse a otras actividades una vez se cumple con las obligaciones laborales. Es, prácticamente, imposible, pues los ancianos deben pensar en su supervivencia, antes que todo: ‘Cuando te jubilas pierdes la calidad de vida. En ese momento empiezas a ganar menos dinero. Pasa un año para que te paguen la pensión mínima de $175. El salario mínimo es de $400 y la canasta básica está en $345. Un jubilado no puede vivir’.

El sociólogo Fernando Murray ha observado cómo es la calidad de vida de la tercera edad en Panamá. En 1990, el también profesor de la Universidad de Panamá, publicó la investigación ‘Ancianidad y Maltrato en Panamá’.

Al analizar el tema, 24 años después de esa publicación, Murray comenta: ‘Vivimos en una sociedad que descalifica a los ancianos, cuando es un periodo o etapa de vida que muchos aspiramos a llegar pero no todos alcanzamos’. Añade el docente universitario que ‘tan pronto la persona cruza la barrera de la jubilación, de manera casi inmediata, se les va restando protagonismo y participación, en los espacios de actividad que en otrora se desempeñaban, inclusive dentro de los grupos más próximos e íntimos, como la familia, pierde esta persona el estatus y el liderazgo del cual gozaba’.

Un estudio del año 2000, realizado en conjunto por el Ministerio de Salud (Minsa), el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y la Caja del Seguro Social (CSS), luego del ‘Foro Centroamericano de Envejecimiento, Salud y Bienestar’, hacía una radiografía de la realidaddel ancioano panameño . En distintos puntos del informe se leen comentarios como: ‘El Ministerio de Salud no cuenta con programas generadores de ingresos para adultos mayores en la actualidad’ o ‘En este momento, no contamos con programas en la CSS. que generen ingresos a los adultos mayores’. El documento oficial también acepta que en nuestro país ‘la política de salud no ha contemplado la creación de programas de entrenamiento y reinserción laboral para adultos mayores’.

DERECHOS PERDIDOS

Las quejas de Fernández sobre los abusos que viven los más adultos a diario son múltiples: ‘Vas a tomar un bus y éste arranca sin esperar a que subas; no consigues taxi, porque eres viejo y no te puedes bajar o porque no quieres pagar lo que ellos dicen. Vas a un restaurante y te sirven de último, igual cuando vas a una oficina del gobierno, te atienden de último. En los bancos, los día de pago, hay solo dos cajeros, uno para los jubilados y, la otra, para el resto de las personas. Los jubilados debemos pasar hasta tres horas de pie para cobrar un cheque. Las quincenas nos las pagan a los 19 ó 20 días. Cuando pagas los servicios como el agua o la luz, te cobran recargo por la demora; pero el gobierno no nos paga adicional por esos recargos’. Fernández destaca el grave problema que viven los ancianos en cuanto a la atención de salud. La falta de medicamentos en la Caja de Seguro Social es una queja recurrente que, aunque afecta a todos los cotizantes, golpea con mayor impacto a los jubiliados.

El informe gubernamental del año 2000 resalta varias de estas molestias expuestas por el dirigente jubilado. Por ejemplo, mencionan que ‘a pesar de tener un programa especial de citas para los pensionados, jubilados y tercera edad, los adultos mayores se quejan de que tienen que hacer largas filas para conseguir citas con medicina general o especializada’; así como, también, resaltan ‘se han recibido varias quejas de los adultos mayores porque no se les hace el debido descuento de la comida al pagar en los restaurantes, el cual es un decreto ley. Así mismo en el transporte, en la compra de medicamentos, en hoteles y en el pago por servicios médicos’.

El sociólogo Murray advierte que sí hay legislación; pero que èsta poco se aplica: ‘Somos conscientes de la protección legal que existe en nuestro país en lo atinente a esta población (Constitución Nacional, Ley 6 de junio de 1987, Código de Familia y demás normas ); sin embargo, en la realidad objetiva, en el día a día, hay otra verdad respecto a la situación de esta población’. El docente añade: ‘A las personas de la tercera edad, no se les atiende de la manera como deberían ser tratados, basta con ver los medios de comunicación televisivos para encontrar esos rostros arrugados desafiando y reclamando mejor calidad de vida, producto de la situación de pobreza que se potencia en esta población. Estar viejo es sinónimo de ser pobre, y cada día en nuestro país, estas condiciones hacen mejor simetría’.

INJUSTICIA

Según el informe del Minsa, Mides y la CSS, al observar las oportunidades de trabajo que existen en el mercado para las personas de la tercera edad, el panorama no es muy alentador: ‘En el área laboral podemos aseverar que hay discriminación en función de la edad de las personas mayores; ya que la oferta de trabajo es para personas cuyas edades fluctúan entre los 20 a 35 años. En los casos en que emplean a personas mayores de 60 años les pagan salarios inferiores a los de las personas de menos edad’, comenta el documento.

Fernando Murray comenta que ‘pertenecer a la tercera edad en Panamá pareciera ser sinónimo de improductividad, inclusive se asocia con un estado deficitario, en el plano intelectual cuando así no es’. Esta percepción de déficit intelectual, hace a los adultos mayores en víctimas de todo tipo de abusos, por ejemplo, explica el sociólogo, que ‘muchos jóvenes se dirigen a los ancianos para burlarse de ellos, y para ser aceptados hacen enormes esfuerzos para parecer simpáticos, útiles, lo cual simboliza vivir sin autoestima. Otros son víctimas de delitos tales como: robos, hurtos, fraudes de todo tipo por no incorporarse a las nuevas tendencias y avances de la ciencia y la tecnología’. La imagen de un anciano es tan mancillada, que para algunos es insostenible que puedan disfrutar de cosas tan simples, como la sexualidad, explica Murray: ‘Son objetos de negación, ridiculización y demás vejámenes hacia su sexualidad que es estereotipada y calificada de desviada, a tal extremo de que se ha creado el famoso viejo verde y vieja verde como expresiones de mofa hacia quienes a esta edad todavía tienen estimación y calidad de vida sexual’.

Eladio Fernández añade que a los ancianos no se les reconoce su aporte a la sociedad: ‘Este país se hizo gracias al esfuerzo de los jubilados, el desarrollo económico no lo produce el gobierno; sino gracias al recurso humano, al esfuerzo de distintas generaciones’.

ESPARCIMIENTO

Aunque, por ejemplo, la Universidad de Panamá tiene una dirección que se encarga de ofrecerle cursos a los adultos mayores (‘Atención a la tercera edad’, se llama), comenta Eladio Fernández que ‘al adulto mayor se le niega cualquier oportunidad para educarse o para ingresar, nuevamente, al mercado laboral’.

El informe del Minsa, Mides y CSS, destaca la gran cantidad de grupos existentes para que los adultos mayores ocupen su tiempo. Verbigracia: La Caja del Seguro Social cuenta con ‘ Clubes de bailes de antaño’, varios ‘Clubes de veteranos’, clubes deportivos para practicar dominó, fútbol, damas, béisbol, entre otras disciplinas; así como el Magisterio Panameño Unido, que se encarga de clubes de lectura.

Por su parte, el Ministerio de Salud , detalla el documento ‘cuenta con Clubes o grupos de Adultos Mayores en todas las regiones de salud excepto en la Región de Salud de San Blas. Existe un total de 110 clubes o grupos de Adultos Mayores organizados en las instalaciones de salud’.

Más allá de lo que señalen las fuentes gubernamentales, el sociólogo Murray critica la falta de planes de Estado que le brinde a los ancianos ocupar su tiempo: ‘La estructura social de hoy genera muy pocas opciones productivas para las personas de la tercera edad. Salvo los programas que ofrecen algunas instituciones como la Caja del Seguro Social, algunas cooperativas, y la novedosa ‘Universidad de la tercera edad’ que desarrolla la Universidad de Panamá; pareciera que no existe una política de estado efectiva y planificada para incorporar a este grupo etario que tiene mucho por aportar en este país’.

LA OCIOSIDAD

‘La ociosidad es la madre de todos los vicios’, señala un conocido refrán. Pareciera que en Panamá aplica en los adultos mayores, pues, comenta Fernando Murray, ‘es verdaderamente lamentable que en nuestro país, un gran número de ancianos, hayan caído en las manos de los juegos patológicos, es decir en la ludopatía, muchos de los casinos y centros nocturnos han hecho de las personas de la tercera edad, sus fieles clientes, estableciendo mecanismos que los cautivan y victimizan, convirtiéndolos en adictos a esta actividad’.

Explica el sociólogo que ‘mujeres y hombres jubilados se han convertido en los usuarios por excelencia de estos centros, hasta el punto de que, desde horas muy tempranas acuden a los mismos, utilizando el poco dinero que logran de sus pensiones para saciar, esa dependencia a estos juegos’.

A pesar de que, en su momento, no estaba permitido, cada día es más común ver casinos y centros de apuestas ubicados en áreas residenciales, lo cual aproxima el vicio a la población.

LA FACTURA DEL TIEMPO

Actualmente, la tercera edad es el 12% de la población total. Eso equivale a 478 mil 892 de los 3 millones 850 mil 735 panameños que, estima la Contraloría, hay en estos momentos.

Sin embargo, dado que la mayor parte de la población es joven, en el futuro el porcentaje que los ancianos representarán en la pirámide poblacional será mucho mayor. Esto significa que de mantenerse las cosas como están ahora mismo, los adultos de hoy serán, en el futuro, las víctimas de los maltratos que se les dan a los adultos mayores. Eladio Fernández lamenta: ‘Es imposible [vivir así]. Los jubilados, en este país, somos los que peores condiciones de vida tenemos’.

Lo explica Fernando Murray de una forma contundente: ‘Los ancianos existen, están y cada vez seremos más. Nuestra pirámide poblacional así lo demuestra y nuestra esperanza de vida también ha aumentado, las políticas en materia de población deben enfocar más a este grupo etario’.

Estimaciones de la Contraloría General de la República, vaticinan que para el 2025 habrá 4 millones, 238 mil 907 personas en el país. De ese número, 597 mil 230 personas tendrán 60 años o más. Eso signfica que el 14% de la sociedad panameña estará conformada por adultos mayores.

El profesor universitario concluye que, para ‘hablar de un papel más preponderante del adulto mayor en Panamá, pasa primero por hacer una sociedad más inclusiva para ellos, mejorar las pensiones, desarrollar de manera científica políticas y programas de atención, que involucre, acciones, en las comunidades, en los servicios, de salud, recreación, cultura, deporte, educación y sobre todo visibilización’.

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